Publicado: 2 de enero de 2023.
    
VALORACIÓN:
    
APRENDERÉ SOBRE PRIVACIDAD:

El dominio mental

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AUTOR: Pedro Baños.

GÉNERO: ensayo.

EDITORIAL: Planeta.

EDICIÓN: 2020.

IDIOMA: español.

Nº PÁGINAS: 542.

LAS CITAS: páginas 22 y 113 respectivamente.

“De esto trata este libro, de abrir los ojos, que nos quieren mantener cerrados, para estar alerta. Solo si conocemos en qué consiste y cómo se consigue esta forma perfecta de dominación mental, tendremos una posibilidad de ofrecer cierta resistencia a ella y preservar nuestras libertades.”

“Con gran habilidad, nos han convencido de que los datos que aportamos no tienen importancia. Así, no los estimamos valiosos ni relevantes, ni mucho menso imaginamos que pudieran se empleados en contra de nuestros intereses.”

Si bien se trata de un libro cuya temática se sitúa alejada del mundo de la privacidad en sí mismo sus implicaciones para la misma son claramente perturbadoras. No todo el libro habla sobre cuestiones relacionadas directamente con la privacidad.

Sin embargo, en el momento en que el texto empieza a internarse en el interior del cerebro la cosa se complica claramente.

El libro está bien estructurado y aborda las cuestiones de una forma clara y concisa. Deja claro que hay cosas que no se pueden demostrar al cien por cien. Si bien en este campo las dudas pueden llegar a ser peor que la certeza misma.

Dividido en múltiples apartados cortos, el libro se lee con facilidad. Las citas a otros autores, a muchos otros autores, son constantes. Y es que ése es uno de los puntos fuertes de este libro. Pedro Baños ha sabido crear fabulosamente un hilo conductor para muchas piezas separadas construyendo con ellas una visión de conjunto tan terrible como esclarecedora. De hecho, esa capacidad para relacionar conocimientos provenientes de tan variadas áreas es lo que nos hace darnos cuenta de lo ignorantes que somos. Lo tenemos delante, pero no lo vemos. Probablemente muchos no quieren verlo. Pero en el estado de desconocimiento en que se encuentra la mayoría ni siquiera tienen la opción de decidir eso.

El libro insiste una y otra vez en el hecho de que producimos datos en cantidades ingentes, de forma continua. Datos que vertimos a un torrente, cuya anchura ya no es imaginable, sin preguntarnos ni a dónde van, ni qué va a pasar con esos datos, ni a quién se los damos y, sobre todo, cómo nos va a afectar eso en el futuro (que ya es presente).

Y es que, amigos, llevamos tanto hablando de los problemas de las pérdidas de privacidad que ha dado tiempo a que aparezcan libros como éste en los que ya se habla de las consecuencias presentes de esas pérdidas de privacidad. Aunque lo más duro es ver hasta dónde llega la herida. Y lo que se avecina.

Repasando las citas marcadas en el libro me he dado cuenta de que leerlo ha sido como repasar la mayor parte de mis conclusiones sobre las pérdidas de privacidad de los últimos años. Sin embargo, siempre te queda un sabor amargo al comprobar que lo que pensabas no era producto de tu imaginación, sino la consecuencia lógica de analizar el funcionamiento de las cosas que ves.

En el segundo tercio del libro he de reconocer que me encontré una pequeña parte que me resulto monótona por repetitiva. Sin duda algo aislado en parte del libro.

El final del libro fue la peor parte. Pero no porque el libro sea peor ahí. Es tan estupendo como el resto, salvedad hecha de aquella pequeña parte ya mencionada. Esa parte final, que llega tras haber visto escrito del “puño” de otro tus mismas conclusiones, llega con nueva información que no tenías. Y, en consecuencia, con nuevas conclusiones. Y el alma se te cae a los pies con lo que estás leyendo entre líneas.

Amigos, os recomiendo encarecidamente que leáis el libro. Sirva esta cita del autor para ilustrar el motivo (página 462):

“No caigamos en la sugestión de los prestidigitadores que pretenden hipnotizarnos con sus trucos de ilusionismo social. Tampoco en la imitación, que nos lleva a creer que lo que hacemos está bien tan solo porque es lo que hace la mayoría. Busquemos nuestro propio camino, no sigamos aquel por el que se empeñan en llevarnos. Neguémonos a ser rebaño. No tengamos miedo a ser diferentes.

Por último, recordad estas palabras. El día que os digan que vuestros hijos van a usar un casco (o cosa similar) en clase para manejar el ordenador (o el dispositivo que usen) tened por seguro que la última frontera de la privacidad ha sido conquistada. Luchad. Resistid. Por vosotros y, sobre todo, por ellos.

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